miércoles, 11 de noviembre de 2009

Gripe "A"


Nuestro hijo enfermó el viernes. Es alérgico y pensamos que era un nuevo brote frente al componente alérgeno. Ese día no fue al Instituto. Para nuestra sorpresa el chico empieza a tener fiebre alta, muy alta. Llamamos al médico y nos dijo que se quedara en cama tomando paracetamol y cuidando de que estuviera hidratado. Si en 3 ó 4 días no baja la fiebre, entonces habrá que ir al hospital.

El chico estuvo en casa hasta el miércoles. El lunes tenía un examen de matemáticas y el martes, dos, uno de francés y otro de naturales. Ya entramos en el primer dilema. El sábado tuvo fiebre de 40, pero ya el domingo empezó a remitir, aunque claramente estaba extenuado por la paliza de la fiebre en sí... Habíamos preparado los exámenes hasta el viernes que se puso malo, pero quizás podría defenderse. Pero sobre todo el no ir significaba acumular exámenes para otros días y "deberes". Ya en un día normal, el niño entra a las 8:15 h y sale a las 14:45 h. Mientras come y descansa un poco, nos volvemos a poner con él desde las 16:30 hasta las 19:00 ó 19:30 h., según el día. Después lo llevamos a deporte, porque es un chico muy activo y necesita liberar mucha energía. Acabamos con la ducha, la cena y la entrada en el sueño. Así llegamos a las 23:00 h.

Desde luego es penoso tener que plantearse si un niño enfermo, debe ir al Instituto para cumplir con sus obligaciones, cuando cualquier adulto en las mismas circunstancias no tiene que dar cuenta a nadie, simplemente presenta su justificante de haber estado enfermo y "santas pascuas". Aquí se plantea la duda porque no hay una postura unánime por parte del equipo educativo, ya que estamos sometidos al arbitrio de 11 personas distintas y lo que a uno le parece bien, a otro le parece intolerable.

Por otra parte, estamos en un país que protege la explotación laboral de los menores de 16 años. Esto es sin duda de alabar. Pero si vamos sumando las horas de esfuerzo y trabajo de nuestros menores vemos que en el Instituto se pasan 6 horas diarias, más 3 ó 4 que pasan en su casa (la mayoría de los chicos y chicas verdaderamente preocupados por los estudios), nos ponemos en 9 ó 10 horas diarias dedicadas a un trabajo intelectual que consiste básicamente en realizar al pie de la letra todas las actividades que contienen determinados libros de textos elegidos previamente por el profesor, sin tener en cuenta verdaderamente el aprendizaje que puede quedar en cada uno de ellos.

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