sábado, 9 de enero de 2010

Sobre madres e hijos

Emilio LLedó, filosófo al que admiro, comenzó una conferencia con una advertencia que deseo recoger en esta entrada: "Que no os convenzan que la vida de hoy es peor que nunca...no, no, no, Yo he vivido muchos años y os puedo asegurar que esto se ha dicho siempre y que la vida, ahora, es mucho mejor que antes. A pesar de la brutalidad, la violencia y la barbarie del ser humano, no tenemos derecho a dejar de luchar por la vida, por el amor, por la palabra...no tenemos derecho a perder la esperanza, porque no es tan cierto que mientras haya vida haya esperanza, como que mientras haya esperanza habrá vida."

Y como bien dice "entender da marcha". Pues en eso estoy, con marcha e intentando entender, dándole forma a mis pensamientos sobre las implicaciones del padre y la madre en la familia en los estudios de los hijos y de las hijas.

Por regla general - no voy a entrar aqui en las razones del por qué - las madres pasamos más tiempo con nuestros hijos e hijas y sobre nosotras recae en gran medida acompañarlos con las tareas escolares. ¡Cuánto sabemos, las madres, de las fuentes de tensión y dificultad que se producen entre nosotras y ellos! Si en algo estoy mentalizada, es en que mientras mi hijo esté cursando estudios básicos estas peleas van a ser parte de mi vida. Sé que todo lo que merece la pena en la vida se logra con esfuerzo, y el aprendizaje no es una excepción. ¡Qué le vamos a hacer! La lectura, las matemáticas y la escritura requieren tiempo y repetición, por ello me gustaría señalar que invirtiendo en nuestros hijos e hijas, generosidad, paciencia y atención y seguiendo en el empeño de crear un buen ambiente centrado en el conocimiento, podremos ayudarlos convenientemente en su desarrollo.

En la actualidad, nuestra sociedad acepta que la educación de un niño sea una tarea compartida que deben realizar el padre y la madre, pero hay también quien sostiene que es la madre la que trabaja directamente con los valores, las costumbres y la formación del pequeño desde que nace hasta que se marcha de casa para formar su propio hogar. La madre influye durante toda la vida sobre los hijos y aunque, es verdad que el padre cada vez toma con mayor seriedad su papel en la educación, es en la madre donde radica la mayor parte de la información emocional que el individuo toma para hacerle frente a la vida. Rousseau ya en su día en L´Émile apoyaba esa idea: "En el camino del ejercicio educativo la madre será la guia para la materialización del hombre bueno y feliz".

A este argumento de Rousseau quisiera añadir una pequeña matización y es la siguiente: para que ese hombre bueno y feliz se desarrolle hace falta que la madre esté bien. Si la madre está bien el hijo o la hija estará bien.

Y vosotros me diréis ¿qué hace falta para que una madre esté bien ? Pues creo que con se cumpla tres requisitos podríamos darnos por contento.

En primer lugar, hace falta que el marido, el compañero, cumpla su principal papel, el de darle confianza, seguridad y tranquilidad a la madre para realizar plenamente su maternidad. Que su papel de hombre igualitario no se quede en un simple asumir su parte proporcional en el cumplimiento de las tareas domésticas. Esto, en nuestra opinión no es más que quedarse en las formas.

De María Esther Roblero, psicóloga psicoanalista quiero rescatar unas reflexiones que recogen pensamientos que mi marido y yo hemos verbalizado en múltiples ocasiones: "El padre es insustituible en uno de sus principales papeles: ser el marido de la madre y viceversa... La familia no puede existir sin una estrecha alianza entre el padre y la madre". Esta psicóloga, psicoanalista aclara que :"Cuando una madre intenta ocupar el rol de padre termina convertida en "madre sobreexigida" mientras que cuando el padre intenta ocupar el rol de ella, sólo se transforma en una segunda madre."

En segundo lugar para que una madre esté bien, hace falta -esto está corroborado por estudios - una alta preparación de la mujer. La mujer, con su formación, es la que modifica notablemente el modelo familiar.

Y por último creo, que es sumamente importante, que la madre sea consciente del trabajo que realiza con sus hijos e hijas para de este modo poder sentirse satisfecha. Le incumbe a ella, hacer el esfuerzo de darle valor a todas las actividades que hace con sus hijos e hijas. Ni que decir tiene que el apoyo del padre es una pieza clave para que las decisiones de la madre se lleven a buen término.Tiene que haber un frente común en la pareja. Sin éste, el barco difícilmente llegará a buen puerto. A menudo, la madre, tiene que repetir cien veces lo mismo para que se le oíga, si el padre alza la voz, la petición materna se ejecuta con más celeridad. A nosotros por lo menos, no nos falla este recurso.

Este sería si quieren ustedes, el paradigma de una familia donde no hay graves conflictos. Pero ¿qué hacer con familias de ambiente más desfavorecido donde el padre está prácticamente ausente y la madre está sóla para llevar a cabo la educación de sus hijos e hijas? Pongamos de referencia casi la mitad de la clase de nuestro hijo.

Pues pienso que habría que dedicarse muy en serio a la educación de esas madres como instrumento para la mejora de la educación. Estar en casa no tiene, es verdad, un lucimiento social pero es fundamental la labor que desarrolla la madre a nivel familiar y sus esfuerzos deberían ser valorados por encima de todo. Si la Consejería de Educación posibilitara unos programas, unos cursillos orientados a facilitar las relaciones entre el hogar y la escuela quizás se lograra que estas mujeres conocieran la importancia de su papel, lo que entre cosas, contribuiría a mejorar la imagen que construyen respecto de sí mismas.

Se sabe que el conocimiento más directo con las familias propicia que los problemas de disciplina, y de convivencia queden rapidamente atajados. ¿No podrían remediarse los problemas de aprendizaje con algunas orientaciones claras a la familia transmitiéndole que lo importante no es preocuparse de los hijos y de las hijas sino ocuparse de ellos y de ellas? En muchas ocasiones la crisis en la adolescencia de muchos chicos y chicas no es más que la ausencia de padre o de madre en sus funciones.

Estas funciones podríamos enumerarlas como sigue: poner límites a los hijos e hijas; frustrarlos con cariño, sabiendo que no pueden tenerlo todo en el momento en el que lo desean; respetarlos y apoyarlos haciéndolos responsable de sus decisiones. Claro que para llevar a cabo estos cometidos necesitamos ejercer la virtud de la paciencia, luchar con nuestras expectativas realistas e idealistas y por último sacudirnos unas veces el egoísmo y otros la culpa.

martes, 5 de enero de 2010

Educación Física

Estas vacaciones navideñas han sido muy lluviosas y el ordenador ha tenido un gran protagonismo en la vida diaria de nuestro hijo. Ha trabajado en sus deberes casi todos los días pero no ha podido disfrutar de unos juegos al aire libre con los amiguitos de la urbe como acostumbra cuando hace bueno y tiene tiempo de ocio.

Con la pelea que he mantenido tantos años con el fúbol y mira por dónde he echado de menos que hubiera podido entrenar sus tres diítas a la semana. Con 12 años y su entrada en el instituto ya le hemos respetado su inclinación deportiva.

Desde los 6 años ha estado acudiendo dos veces por semana a un centro educativo donde ha aprendido con dinámica de grupo a refrenar sus excesivos impulsos. El profesor le ha ayudado muchísimo a seguir reglas de compañerismo en lugar de querer ganar a toda costa. En esta escuela se animaba a jugar sin competir, como diversión. Desde pequeñito ha sido muy constante en su asistencia, y en muy contadas ocasiones, no ha ido a su deporte. Creemos que estas actividades deportivas a través del juego han contribuido enormente a desarrollar su sociabilidad.

El deseo de mi hijo, como el de la mayoría de los niños, es convertirse en un jugador de un equipo de fútbol "de verdad". Con esa ilusión entrena tres veces a la semana. Hace ejercicios de velocidad, circuito de resistencia aeróbica y trabaja la forma física.

La escuela de fútbol al igual que en el centro donde asistía estos años atrás no fomenta una competitividad extrema, no existe una gran presión emocional y psicológica por parte de los entrenadores, que son educadisimos y flexibles. Cuando ha estado enfermo con problemas con su alergia o con la gripe, han sido cariñosos y comprensivos.

La natación, la bicicleta, los patines le ayudan a mantenerse también en plena forma y por eso se lo fomentamos. Pensamos que los deportes le enseñan a tener responsabilidades y le da oportunidad de desarrollo, de compartir y de realizar amistades, no enemistades. Pero qué le vamos a hacer estas vacaciones han sido muy caseras...

viernes, 1 de enero de 2010

Responsables de la educación.

Quiero rescatar, de la reunión del día de la entrega de las notas, algunas impresiones de esta para quizás, de este modo, aplacar mis miedos y sentir que piso tierra firme en esta dura tarea de educar.

Nosotros tenemos claro que los padres y las madres deben responsabilizarse de la educación de sus hijos pero lo que ocurre en la clase de mi hijo, que no es más que un ejemplo de la sociedad que nos ha tocado vivir, es que el estado emocional de muchas madres (que son las que acuden en su mayoría a las reuniones de tutoría) no es el más óptimo para implicarse realmente en la formación intelectual de sus hijos e hijas.

Parece ser que el primer factor que influye sobre la calidad del aprendizaje, es el constituido por el medio familiar del alumno o alumna. Por eso creo, que lo primero que tendrían que difundir las instituciones y los profesores y profesoras a las familias son algunas claves básicas para conseguir una buena educación escolar. En primer lugar, yo sostendría que deberían transmitir que la implicación de los padres y las madres en el ritmo escolar debería verse como un deber y no como un derecho sin más. En segundo lugar, insistiría sobre lo necesario y vital que es conocer el lugar donde nuestros hijos e hijas pasan una gran parte de su tiempo. Por último, sería fundamental que se fomentase con seriedad un consenso de trabajo conjunto y coordinado entre padres, madres y profesores.

Oyendo hablar a la tutora y escuchando esa mañana las intervenciones de las madres, se me vino una fantasía a la cabeza: la de crear una Escuela de Madres para de ese modo poder apoyarlas en la dura tarea de ayudar a sus hijos e hijas en los estudios. Sentí por un momento el deseo de implicarme, pero al analizar mi situación personal: una madre dentro del grupo, antigua profesora del centro y actualmente fuera de la enseñanza pensé que no era la persona más adecuada para fomentar este tipo de encuentros. Y me paré a reflexionar una vez más sobre la situación tan dificil que está atravesando la enseñanza.

Conozco la situación familiar de un alumno de su clase -repetidor, inteligente y espabilado- al que le han quedado cinco asignaturas. Su padre está parado, su madre trabaja por horas en casas. Esa mañana se me presentó (habíamos charlado en varias ocasiones por teléfono) cuando estaba hablando con otra madre del grupo cuyo hijo había venido a casa para realizar un trabajo el día anterior a casa. Su cara era de asombro total al oírnos hablar sobre cómo llevábamos las riendas de los estudios de nuestros hijos. Nos decía: "Yo no estoy tan encima"... Este otro niño y el que viene a clase de francés los viernes, tienen en sus casas un ambiente muy estructurado de comidas, horas de sueño, horas de estudios y actividades supervisadas. Si van bien en los estudios es porque sus madres están muy pendientes de ellos. ¡Sus aportaciones serían tan valiosas para esas madres que están tan sólas y tan perdidas!

Cuando nosotros y nosotras estudiamos Bachillerato hace treinta o cuarenta años había consenso social sobre cómo educar en todos los ámbitos. Los abuelos, los padres, los tíos y tías, los profesores, los amigos de los padres, las vecinas aportaban su granito de arena en la educación de cada uno de nosotros y nosotras. Se tenía consciencia de que la responsabilidad de la educación de un niño o niña correspondía a la sociedad. Hoy en día caminamos a pasos de gigante hacia la individualización en todas las esferas de la vida. La educación de los hijos e hijas se ha visto relegada al ámbito familiar nuclear y el problema se presenta cuando el ámbito familiar cojea.

Todos sabemos que en Secundaria, vienen muchos niños y niñas sin saber comportarse, sin reglas de conducta minímas. El aula no es más que el reflejo de la sociedad y de lo que está pasando en las casas. Recordemos la super manida constatación, oídas por todas partes, que muchos de nuestros alumnos y alumnas pasan muchas horas solos, delante de la TV (maravilloso modelo de formación), la play, los chats etc...

Pensamos que los centros educativos tienen que adaptarse a este nuevo alumnado de Secundaria que necesita que su familia continúe interviniendo en su formación, de la misma forma que lo hacía durante la primaria. No nos podemos quedar de brazos cruzados. Nosotros de momento estamos intentando una adopción intelectual con el amigo tan simpático de nuestro hijo. Ya ha venido tres días en estas vacaciones a estudiar con el nuestro. ¡A ver si conseguimos que sea constante!

martes, 22 de diciembre de 2009

LLegaron las notas

Estamos orgullosos con las notas de nuestro hijo. El efuerzo compartido ha obtenido sus resultados. Tan sólo tres alumnas y dos alumnos no han tenido suspensos en este primer trimestre. Cinco de veintinueve han aprobado todo. !Es una barbaridad! Esta constatación me produce tristeza y en parte susto.

Y vuelvo, erre que erre, a mis disquisiciones sobre la enseñanza: ¿Qué está pasando con nuestra tarea como profesor? Pienso, y afortunadamente muchos compañeros y compañeras también, que nuestra tarea no consiste en enseñar, sino en ayudar a aprender. El que aprende es el alumno y nuestra tarea es facilitarle ese aprendizaje. Lo verdaderamente importante es si el alumno está aprendiendo o no, y afinando un poco más, lo importante, no es enseñarles sino estimularles el deseo de aprender. En ningún momento el alumno es el enemigo a batir. El éxito de nuestros alumnos es nuestro éxito profesional en cuanto profesores. Los niños son siempre las victimas de los problemas de los adultos. Como dijo la tutora, el día de la entrega de las notas, los niños están nerviosos por los problemas de las casas, en clase lo verbalizan todo. Si el alumno no aprende no es su problema, es nuestro problema. Y en nuestro problema incluyo a padres y madres y enseñantes.

Los mayores números de suspensos en la clase de nuestro hijo se han cosechado en Educación Plástica y Educación Musical. Un elevado número de suspensos en una materia puede ser tanto un signo de prestigio (un profesor exigente) como un indicio de ineptitud (profesor incapaz de enseñar a su alumnado). Me consta que en estas asignaturas se han dado notas sumativas de exámenes y se han bajado en función de criterios que no están claros. ¡Y eso es lo peligroso!
El caso del amiguito de mi hijo, que terminará aprobando a final de curso, es un ejemplo. Recibe un suspenso en música con un 4,6, otro en francés con un 4, en todas las demás asignaturas tiene notable. No ha tenido conocimiento por parte de las profesoras de cuáles han sido las notas de los dos últimos exámenes y se encuentra con las sorpresitas el día de la entrega de los boletines. En el cuadrante sobre los comentarios de los suspensos que traía la tutora no habia recogido ninguna apreciación. Esto no es serio señores.

Las desvalorizaciones en público sobre la clase es otro tema a denunciar. Nuestro hijo venía llorando el penúltimo día de clase por el tono y los comentarios tan ácidos de la profesora de francés al grupo. No entendía nada.

Sigo contando el final del trimestre: el profesor obsesivo los convocó a un examen el 21 de diciembre, para que que estén calladitos esa hora, me imagino. No ha contado, para nada, con el cansancio de los alumnos y alumnas. Va a repetir la prueba de los mapas, entre otras cosas porque no estaba claro lo que se tenían que estudiar y han fallado la mayoría. Lo que importa es avanzar materia. Despachar... Despachar y que estén quietecitos...

El equipo educativo es muy trabajador, nos dice una y otra vez la tutora queriendo justificar la acumulación de conocimientos que imparten sus compañeros y compañeras y nos entrega, a los padres y madres, junto con las notas, considerables tareas para las vacaciones de las asignaturas de Ciencias Naturales, Música, Inglés, Matemáticas y Sociales para toda la clase. ¡Una alegría!

Nosotros opinamos que las vacaciones son para desconectar y cargar las pilas. No nos da miedo decirlo claramente porque creemos que somos unos padres que contruibuimos significativamente a que nuestro hijo tenga éxito en el instituto. Somos muy conscientes que la autoestima de nuestro hijo y su mejor rendimiento escolar depende en parte de nuestra implicación. Sabemos también que la relación con él será más gratificante en la medida que nuestro apoyo se haga palpable. Estudios hechos avalan que la falta de atención de los padres crean hijos con bajo rendimiento escolar. Esto lo sabemos nosotros y unos pocos más, pero ¿qué pasa con el resto de los niños y niñas que no tienen unos padres y madres informados sobre estas cuestiones?

Me adhiero al comentario de un profesor amigo que ante mis quejas, me constata: "A ver cuándo nos vamos a enterar que hay que evaluar ante todo el trabajo que se realiza en el aula".
Siento pena cuando una compañera que acaba de jubilarse me transmite que ella, siempre ha sabido que daba clases para siete, que eran los que la seguían.