martes, 22 de diciembre de 2009

LLegaron las notas

Estamos orgullosos con las notas de nuestro hijo. El efuerzo compartido ha obtenido sus resultados. Tan sólo tres alumnas y dos alumnos no han tenido suspensos en este primer trimestre. Cinco de veintinueve han aprobado todo. !Es una barbaridad! Esta constatación me produce tristeza y en parte susto.

Y vuelvo, erre que erre, a mis disquisiciones sobre la enseñanza: ¿Qué está pasando con nuestra tarea como profesor? Pienso, y afortunadamente muchos compañeros y compañeras también, que nuestra tarea no consiste en enseñar, sino en ayudar a aprender. El que aprende es el alumno y nuestra tarea es facilitarle ese aprendizaje. Lo verdaderamente importante es si el alumno está aprendiendo o no, y afinando un poco más, lo importante, no es enseñarles sino estimularles el deseo de aprender. En ningún momento el alumno es el enemigo a batir. El éxito de nuestros alumnos es nuestro éxito profesional en cuanto profesores. Los niños son siempre las victimas de los problemas de los adultos. Como dijo la tutora, el día de la entrega de las notas, los niños están nerviosos por los problemas de las casas, en clase lo verbalizan todo. Si el alumno no aprende no es su problema, es nuestro problema. Y en nuestro problema incluyo a padres y madres y enseñantes.

Los mayores números de suspensos en la clase de nuestro hijo se han cosechado en Educación Plástica y Educación Musical. Un elevado número de suspensos en una materia puede ser tanto un signo de prestigio (un profesor exigente) como un indicio de ineptitud (profesor incapaz de enseñar a su alumnado). Me consta que en estas asignaturas se han dado notas sumativas de exámenes y se han bajado en función de criterios que no están claros. ¡Y eso es lo peligroso!
El caso del amiguito de mi hijo, que terminará aprobando a final de curso, es un ejemplo. Recibe un suspenso en música con un 4,6, otro en francés con un 4, en todas las demás asignaturas tiene notable. No ha tenido conocimiento por parte de las profesoras de cuáles han sido las notas de los dos últimos exámenes y se encuentra con las sorpresitas el día de la entrega de los boletines. En el cuadrante sobre los comentarios de los suspensos que traía la tutora no habia recogido ninguna apreciación. Esto no es serio señores.

Las desvalorizaciones en público sobre la clase es otro tema a denunciar. Nuestro hijo venía llorando el penúltimo día de clase por el tono y los comentarios tan ácidos de la profesora de francés al grupo. No entendía nada.

Sigo contando el final del trimestre: el profesor obsesivo los convocó a un examen el 21 de diciembre, para que que estén calladitos esa hora, me imagino. No ha contado, para nada, con el cansancio de los alumnos y alumnas. Va a repetir la prueba de los mapas, entre otras cosas porque no estaba claro lo que se tenían que estudiar y han fallado la mayoría. Lo que importa es avanzar materia. Despachar... Despachar y que estén quietecitos...

El equipo educativo es muy trabajador, nos dice una y otra vez la tutora queriendo justificar la acumulación de conocimientos que imparten sus compañeros y compañeras y nos entrega, a los padres y madres, junto con las notas, considerables tareas para las vacaciones de las asignaturas de Ciencias Naturales, Música, Inglés, Matemáticas y Sociales para toda la clase. ¡Una alegría!

Nosotros opinamos que las vacaciones son para desconectar y cargar las pilas. No nos da miedo decirlo claramente porque creemos que somos unos padres que contruibuimos significativamente a que nuestro hijo tenga éxito en el instituto. Somos muy conscientes que la autoestima de nuestro hijo y su mejor rendimiento escolar depende en parte de nuestra implicación. Sabemos también que la relación con él será más gratificante en la medida que nuestro apoyo se haga palpable. Estudios hechos avalan que la falta de atención de los padres crean hijos con bajo rendimiento escolar. Esto lo sabemos nosotros y unos pocos más, pero ¿qué pasa con el resto de los niños y niñas que no tienen unos padres y madres informados sobre estas cuestiones?

Me adhiero al comentario de un profesor amigo que ante mis quejas, me constata: "A ver cuándo nos vamos a enterar que hay que evaluar ante todo el trabajo que se realiza en el aula".
Siento pena cuando una compañera que acaba de jubilarse me transmite que ella, siempre ha sabido que daba clases para siete, que eran los que la seguían.

No hay comentarios:

Publicar un comentario