jueves, 17 de diciembre de 2009

De excursión

Quedé en contaros la excursión a la representación de la obra de teatro: Las aventuras de Sherlock Holmes a la que fuí, como madre acompañante, con el grupo de clase de mi hijo. Acompañamos a la tutora tres madres. M.A va siempre a las excursiones con "sus madres" como ella dice. Nos hizo un día luminoso aunque frío. Los alumnos y alumnas estuvieron muy atentos a la obra, no dieron la nota y la mañana transcurrió sin ningún incidente a pesar de la buena caminata que emprendimos a través de la ciudad hasta llegar a una plaza del parque donde eso sí, J...ito no dejó vivir en paz ni un minuto a las pobres palomas.

La experiencia fue muy interesante aunque en parte dolorosa pues tuve la ocasión de conocer los compañeros y compañeras de mi hijo que vienen en su gran mayoría de una zona desfavorecida de la cuidad. En su día ya me comentó la tutora que tenía 11 casos problemáticos en la clase. Son veintinueve.

¡Ay el vocabulario y las expresiones de algunas ñiñas! No es que me coja de sorpresa. Ya tuve ocasión de escuchar expresiones de alumnas que no sería capaz de repetir, un año que estuve desplazada en un centro cerca de la capital. El centro era pequeño, muy bueno y funcionaba a las mil maravillas. De esto hace 12 años. Mi intervención en estos casos es siempre la misma : "Hija con lo linda que tú eres, no te pega que hables así". Las alumnas se terminan riendo y no sé si se paran a reflexionar pero, enfín...



M.A tuvo que hacer una gestión de un ratito en un banco y no os quiero ni contar J...ito subido en las bicicletas municipales. "Chiquillo bájate de ahí que la vas a destrozar", era mi única frase. Se terminó bajando, claro está, pero esta vez la emprendió con la cabina telefónica contigua, la golpeaba, si cabe, con la misma fuerza y agresividad que a la bici.



Fue el único que comió en el autobus a pesar de la prohibición de la tutora y en el parque, hizo como el que se perdía para reclamar nuestra atención. M.A. caminaba sin volver la vista atrás y nos transmitía la siguiente consigna "No echarle cuenta, ya vendrá". Y así fue. ¡Tenía una habilidad increíble para coger las palomas del parque, las estrujaba frenéticamente con unas ganas...! "¡J..ito, chiquillo que nos van a multar, no ves los carteles!".

Lo poco de su historia personal que sé, me ha llegado a través de la madre del chiquillo que viene a dar clase de francés con mi hijo. Encerró a su hijo en los servicios en primaria y revolucionó todo el colegio con la búsqueda del niño. Su padre está en la cárcel por problemas de venta de drogas. Es el más pequeño de unos cuantos hermanos, le dan todos los caprichos y hace lo que le viene en ganas. Es huraño y agresivo como un gato revuelto. Su mirada penetrante y desafiante te sobrecoge. Sientes que no estás delante de un niño.

Tengo que decir, no obstante, a su favor, que me senté durante la representación a su lado y a pesar de haberle llamado la atención en dos ocasiones, me respetó, sin rechistar. Hace poco me enteré que fue él junto con otro de la clase los que, la primera semana de clase, amenazaron a mi hijo con pegarle a la salida.

Hace dos semanas un corrillo considerable se formó en la puerta del instituto. Pelea delante de la puerta del colegio. J...ito, no levanta dos palmos del suelo y desafiaba a un alumno de bachillerato que no entró afortunadamente al trapo.



La tutora aprovechó un día que no asistió a clase para hacer un pacto con la clase: " J..ito está todo el día llamando la atención, no le vamos a reír las gracias. Vamos a ser un piña todos en contra de sus chistes. Cuando vea que nos callamos antes sus ocurencias, se sentirá en evidencia y ya veréis como no molesta más". Dio la casualidad que mi hijo estaba con gripe y no asistió a clase ese día. A la primera de cambio J..ito dijo una de las suyas, la única carcajada que sonó fue la de mi hijo. M.A lo miró furibunda y él comprendiendo la situación agachó la cabeza. Más tarde, su tutora, le explicó personalmente el acuerdo suscrito con la clase.

¡Ay, J... ito! no hay por donde cogerlo! Mi hijo la otra noche antes de dormirse, a la hora de las reflexiones y de las confesiones, me dijo de repente sin venir a cuento: "Mamá J...ito, no tiene arreglo para la vida". Pues mira por donde su tutora está en el empeño y estoy más que segura que tiene a gran parte de su equipo educativo involucrado en el mismo barco. Me comentaba unas semanas antes: "Con él sólo pretendo este año que aprenda normas, que aprenda a saber comportarse en clase". Le habla con autoridad y sin condescendencia pero con un cariño hondo y sincero, que a mí me estremece. El día de la excursión me decía a ratos: "Sobre todo no puedo perder de vista a J..to".


A la reflexión nocturna de mi hijo no me quedó más que decirle para calmarlo: "Ya verás hijo, J...ito, con el tesón de esta profesora y vuestro apoyo, cambiará. Los resultados los veréis a final de curso."

En la clase hay seís repetidores. Uno lo conozco porque ha venido a casa en dos ocasiones, un niño listo, pero con poca atención por parte de los padres (problemas de paro) en lo que se refiere a los estudios. El delegado, inteligente espabilado; los demás no tuve ocasión de saber quiénes eran.

Una de las madres que venía a la excursión me contó el drama de su hijo, no lo han examinado nunca por escrito (pienso que el niño tiene un problema de visión) M.A, le ha dicho ya a la madre que no pasará de curso pero que su hijo este año terminará aprendiendo a escribir.

Una alumna con discapacidad mental me acompañó buena parte de la mañana con sus fantásticas disquisiciones.

Una chica marroquí de 14 años, sonriente y vivaracha, lucha contra las costumbres familiares para hacerse un hueco en la vida del instituto. Creo que disfrutó como ninguna de la excursión,, pues en un principio su padre se había negado a que viniera.


Abrazados caminaban un chico y un chica que no son pareja. Al comienzo de la representación les llamé la atención: "No es sitio para tanta efusividad. Ahora toca comportarse de otro modo". Mi hijo me trasmitió, muy enfadado de camino a casa: "¡Ay que ver lo que riñes! me ha dicho fulanito (el de los abrazos): ¿Y esta amargura, tienes tú que aguantar todos los días?". Yo me reía a carcajadas.

Habia que habernos visto atravesando, un barrio de la cuidad donde vive una parte de su burguesía, buscando un bar donde comprarle un bocadillo al chico de nacionalidad china que también tiene su sitio en esta clase de primero. A M.A. se le iba la vida en ello. Con su brazo echado por los hombros, como una madre, no cesó hasta encontrar un lugar donde su niño pudiera desayunar. El resto de la clase en la puerta del bar. Alrededor de la profesora fueron la animación de la mañana.

Tengo que decir que ese día no acudió a la excursión un chico de raza gitana porque llevaba una semana en Málaga con la familia. Su abuela estaba muriéndose. ¡Son sus costumbres!

Llevo seis años fuera del sistema educativo y tengo que confesarlo, estuve unos días un poco impresionada con la diversidad de la clase. Cada día me reafirmo más en que no podemos soltar a nuestro hijo. ¡Hay que estar encima! ¡Es muy fuerte el ambiente con el tiene que codearse y está indefenso muchas horas a la semana. Nuestra vida familiar es la que tiene que darle seguridad a esas largas mañanas escolares donde tiene que sentirse, sin duda, muy solo.

He sabido hoy que nuestro hijo junto con cuatro más de la clase han aprobado el primer trimestre de primero de la ESO. ¡El listón del instituto es el que es! Ya lo anunció la tutora en la reunión de padres de principio de curso.

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