jueves, 17 de diciembre de 2009

Las horas de lectura.

El profesor que le imparte las dos horas de lectura a la semana a mi hijo recibe su aprobación: "Es bueno mamá". Sin embargo mi hijo no muestra mucho entusiasmo por esas horas de lectura. Cuando le pregunto por ellas me constesta: "psch, bueno... si, bien". Por mi parte, me encanta el libro que ha elegido este profesional. Tengo que señalar que a mí, los materiales didácticos me chiflan.

Textos y estrategias lectoras de Bruño, toca una gran variedad de tipos de textos y creo que la selección realizada por los autores ayuda a desarrollar la sensibilidad a estos medios adolescentes de primero de la ESO. El libro contempla ejes interdisciplinares motivadores, de matemáticas, de ciencias sociales, de ciencias naturales y de áreas artísticas. Por resumir mi apreciación, diría que cumple dos objetivos fundamentales para la impartición de esta "asignatura":

1. Desarrollar en el alumnado todas las habilidades necesarias para leer diversos materiales escolares y no escolares, hacerlo habitualmente y disfrutar con la lectura.
2. Priorizar el desarrollo por parte del profesorado de las estrategias necesarias para que el alumnado alcance el mayor nivel de competencia lectora.

Detrás de estos objetivos aprecio que impera el ideal, más que loable, de transformar la comunidad educativa en lectores y es que como dicen Cerrillo, P. Larrañaga, E. y Yubero, S.:

"Parece que hoy entendemos como Animación a la lectura - y no tiene que estar mal- el conjunto de actividades, técnicas y estrategias que persiguen la práctica de la lectura, aunque teniendo en el horizonte, la meta de formar lectores activos, capaces de comprender mensajes diferentes y de relacionar una historia en su contexto".

Acerca de este tiempo de dedicación a la lectura me gustaría introducir dos pequeñas reflexiones. Si el profesor imparte sus clases en la misma aula desnuda de todos los días y aparece a los ojos del alumnado una vez más como una autoridad, encarnando la disciplina, difícilmente fomentaremos la lectura. Pienso que tenemos que procurar que los estudiantes vean la lectura como algo gratificante y agradable. Quizás para ello lo interesante sería que pudieran acudir a otro espacio con otra distribución distinta a la del aula de todos los días. Los ratos de lecturas se desligarían así del estudio y los deberes.

Otra consideración que deberíamos contemplar sería el vínculo importante que podríamos establecer con la lectura y el mundo exterior. Son sumamente saludables y gratificantes para el alumnado de secundaria los paseos en relación a ella: al campo, al bosque, a la playa. A mí no se me olvidará nunca la visita a la casa de Juan Ramón Jimenez, en Moguer, que hicimos estando en Sexto de Bachillerato con nuestro profesor de literatura. Las casas museos de los escritores se convierten en paseos literarios conmovedores y llenos de misterios. Quizás penetrando en el mundo íntimo de un escritor le daríamos a nuestos pupilos más interés por aprender.

Se me vienen a la memoria recuerdos de mi infancia, en Francia, ligados a la lectura. Estos van unidos a la enorme biblioteca del instituto en el que estudiaba, donde nos atendía el "documentaliste". Tratabamos con una persona, amable, que se interesaba por lo que buscaba y te animaba con recomendaciones de libros. Tu panorama de pequeño lector (tenía la edad que ahora tiene mi hijo) se ensanchaba. La curiosidad me carcomía. Se establecía un vínculo personal, distinto y único con esa persona que sabía tanto y que estaba ahí el día de la devolución para que le contaras en pocas palabras lo que te había parecido la lectura que habías elegido.

Os voy hacer un confesión, estas reflexiones me surgen desde la frustración de no conseguir que mi hijo se enganche de un modo espontáneo a la lectura. Cómo mola (Manolito Gafotas) de Elvira Lindo ha sido el libro de lectura elegido por la profesora de lengua para este primer trimestre. A mi pregunta: "¿Te está gustando, hijo?" obtengo un: "bueeeeno, no mucho...". A mi hijo no le gusta leer.

Al no conseguir mi deseo de convertir mi hijo en lector, he indagado en páginas webs para buscar información sobre cómo fomentar la lectura en los niños y os aseguro que he cumplido casi todos los requisitos que sugieren. En casa se lee y mucho. Tenemos una nutrida biblioteca -la suya no está mal tampoco-. Hemos leído desde pequeñito todas las noches y aún hoy lo sigo haciendo esporádicamente. Le regalamos libros de todo tipo; cuentos, cómics, biografias, poesías... con hermosas ilustraciones, en tres fechas claves del año: por su cumpleaños, en Navidad y en verano. En esta época le obligamos a dedicarle una media hora diaria a la lectura. Aquí me salto a piola al escritor D. Pennac, que por cierto me encanta, que recomienda que no se le obligue al niño a leer. Pues nada...no le nace ese AMOR A LA LITERATURA.

Me queda llevarlo a comprar sus propios libros. Estas navidades pienso recorrer algunas librerías de la capital con él -aunque sé que no serán unas excursiones vividas con mucha alegria-. ¡Ya os contaré!

Os revelaré que a veces tenemos encuentros "a la limón" (casi siempre cuando está malito) con algunas lecturas de textos en voz alta. Son ratos entrañables y a él le gustan, pero lo difícil es introducir esos momentos sin que sea algo forzado. Las biografías de Mozart, Albéniz, Cuentos Africanos e Hispanoamericanos, o poemas de Lorca , Machado o Alberti están en nuestro repertorio pero ¡QUÉ DÍFICIL RESULTA!

No termino de ver eso que se dice tanto de que "la familia desempeña un papel fundamental en el fomento del hábito lector de los menores. Los padres, con su actitud, pueden lograr que los hijos aprendan a amar la lectura". En nuestro caso no se cumple. A ver si este profesor, con su empeño, consigue un poquito más que nosotros. ¡Se lo agradecería tanto!


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