jueves, 17 de diciembre de 2009

Vive La France!

El perfil de la profesora de francés de mi hijo como profesional y experta en su materia es impecable. La perfección es su meta. Es trabajora como nadie pero no vislumbra ni por asomo que autoridad y afecto tienen que ir de la mano para que fluya la empatía con sus alumnos y alumnas. ¡Ah! tengo que señalar que esta profesora es joven, no está todavía ni en los cuarenta.

Os esbozo su retrato gracias a algunas aportaciones de hijos de amigos míos que están en el mismo centro que mi hijo:


Entra por las puertas de la clase gruñendo e irritada (viene enfafada de otro curso ), es incapaz de tomar conciencia de que pisa otro espacio emocional.



  • Habla a gritos: "¿Os habéis enterado?" es su mejor coletilla.


  • Quiere controlarlo todo y no es nada flexible, sirva como ejemplo la bronca descomunal que le cayó al curso de mi hijo porque tuvo que cambiar un examen que tenía programado desde el primer día de clase al asistir el curso a una jornada deportiva con los profesores de educación física.


  • No tiene habilidad para escuchar a su público porque entre otras cosas me imagino que piensa que a los niños no se les oye ni escucha.
Me entran muchas ganas de hacerle un regalo muy francés: la lectura de L´Emile de Rousseau el cual ya subrayaba la importancia de la expresión antes que la represión para que el niño sea equilibrado y librepensador. Claro que para tener este deseo de proyección en sus pupilos esta profesora insatisfecha, tendría que recordar el pensamiento de este filósofo de la Ilustración cuyo aporte principal a la pedagogía fue el de señalar que "el niño es un ser sustancialmente distinto al adulto y sujeto a sus propias leyes y evolución, un niño, no es un animal, ni un hombre, es un niño" apuntó Rousseau.

Me cuesta trabajo decir, entre otras cosas porque me invade la pena, que no sabe aplicar destrezas de interacción y que en sus clases impera la falta de respeto hacia un público que debería considerar como unidades fragmentadas y únicas. Cuentan los enterados en la materia que en eso consiste el Arte de enseñar. Valgan estos dos datos para ilustrar lo que os expongo: los alumnos y alumnas no han tenido derecho a saber la nota del control principal del trimestre antes de la evaluación, explicación no han recibido ninguna. Si han tenido derecho a insultos a lo largo del trimestre: "Soís unos mongolos", "¡Qué asco de niños!, ¡Y esta pena! profiere sin reflexionar en voz alta antes niños asustados. Mi hijo ayer venía llorando por el trato que habia recibido por su parte al preguntarle (con educación) acerca de la confección de una tarjeta de navidad que estaba preparando para los padres. Por cierto, no la hemos visto, nuestro hijo no debía estar muy ilusionado por hacernos esa entrega, está claro.

Si pudiera, por desgracia nos conocemos, me gustaría poderle transmitir con Augusto Cury que "La verdadera autoridad no se conquista por el tono de voz, la presión social, la agresividad o imposición de ideas, sino por la admiración, la confianza, la empatía y la sabiduría".

También le citaría con un acento tan impecable como el suyo (soy bilingüe) a Durkheim: "L´esprit n´est pas une forme creuse que l´on peut façonner, directement comme on façonne un verre que l´on remplira ensuite. L´esprit est fait pour penser des choses, et c´est en lui faisant penser des choses qu´on le forme".

Y a mi hijo, que está sacando buenas notas, no me queda más que repetirle (por eso de la imagen de la autoridad de la profesora) "Sí, hijo, es verdad.., te comprendo; pero vas a aprender mucho francés porque esta profesora sabe mucho, hijo.., sabe mucho. Para mis adentros pienso: "¡Ya se podría ir a la UNIVERSIDAD!"

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