
La experiencia fue muy interesante aunque en parte dolorosa pues tuve la ocasión de conocer los compañeros y compañeras de mi hijo que vienen en su gran mayoría de una zona desfavorecida de la cuidad. En su día ya me comentó la tutora que tenía 11 casos problemáticos en la clase. Son veintinueve.
¡Ay el vocabulario y las expresiones de algunas ñiñas! No es que me coja de sorpresa. Ya tuve ocasión de escuchar expresiones de alumnas que no sería capaz de repetir, un año que estuve desplazada en un centro cerca de la capital. El centro era pequeño, muy bueno y funcionaba a las mil maravillas. De esto hace 12 años. Mi intervención en estos casos es siempre la misma : "Hija con lo linda que tú eres, no te pega que hables así". Las alumnas se terminan riendo y no sé si se paran a reflexionar pero, enfín...
M.A tuvo que hacer una gestión de un ratito en un banco y no os quiero ni contar J...ito subido en las bicicletas municipales. "Chiquillo bájate de ahí que la vas a destrozar", era mi única frase. Se terminó bajando, claro está, pero esta vez la emprendió con la cabina telefónica contigua, la golpeaba, si cabe, con la misma fuerza y agresividad que a la bici.
Fue el único que comió en el autobus a pesar de la prohibición de la tutora y en el parque, hizo como el que se perdía para reclamar nuestra atención. M.A. caminaba sin volver la vista atrás y nos transmitía la siguiente consigna "No echarle cuenta, ya vendrá". Y así fue. ¡Tenía una habilidad increíble para coger las palomas del parque, las estrujaba frenéticamente con unas ganas...! "¡J..ito, chiquillo que nos van a multar, no ves los carteles!".
Hace dos semanas un corrillo considerable se formó en la puerta del instituto. Pelea delante de la puerta del colegio. J...ito, no levanta dos palmos del suelo y desafiaba a un alumno de bachillerato que no entró afortunadamente al trapo.
La tutora aprovechó un día que no asistió a clase para hacer un pacto con la clase: " J..ito está todo el día llamando la atención, no le vamos a reír las gracias. Vamos a ser un piña todos en contra de sus chistes. Cuando vea que nos callamos antes sus ocurencias, se sentirá en evidencia y ya veréis como no molesta más". Dio la casualidad que mi hijo estaba con gripe y no asistió a clase ese día. A la primera de cambio J..ito dijo una de las suyas, la única carcajada que sonó fue la de mi hijo. M.A lo miró furibunda y él comprendiendo la situación agachó la cabeza. Más tarde, su tutora, le explicó personalmente el acuerdo suscrito con la clase.
En la clase hay seís repetidores. Uno lo conozco porque ha venido a casa en dos ocasiones, un niño listo, pero con poca atención por parte de los padres (problemas de paro) en lo que se refiere a los estudios. El delegado, inteligente espabilado; los demás no tuve ocasión de saber quiénes eran.
Una de las madres que venía a la excursión me contó el drama de su hijo, no lo han examinado nunca por escrito (pienso que el niño tiene un problema de visión) M.A, le ha dicho ya a la madre que no pasará de curso pero que su hijo este año terminará aprendiendo a escribir.
Una alumna con discapacidad mental me acompañó buena parte de la mañana con sus fantásticas disquisiciones.
Una chica marroquí de 14 años, sonriente y vivaracha, lucha contra las costumbres familiares para hacerse un hueco en la vida del instituto. Creo que disfrutó como ninguna de la excursión,, pues en un principio su padre se había negado a que viniera.
Abrazados caminaban un chico y un chica que no son pareja. Al comienzo de la representación les llamé la atención: "No es sitio para tanta efusividad. Ahora toca comportarse de otro modo". Mi hijo me trasmitió, muy enfadado de camino a casa: "¡Ay que ver lo que riñes! me ha dicho fulanito (el de los abrazos): ¿Y esta amargura, tienes tú que aguantar todos los días?". Yo me reía a carcajadas.
Habia que habernos visto atravesando, un barrio de la cuidad donde vive una parte de su burguesía, buscando un bar donde comprarle un bocadillo al chico de nacionalidad china que también tiene su sitio en esta clase de primero. A M.A. se le iba la vida en ello. Con su brazo echado por los hombros, como una madre, no cesó hasta encontrar un lugar donde su niño pudiera desayunar. El resto de la clase en la puerta del bar. Alrededor de la profesora fueron la animación de la mañana.
Tengo que decir que ese día no acudió a la excursión un chico de raza gitana porque llevaba una semana en Málaga con la familia. Su abuela estaba muriéndose. ¡Son sus costumbres!
Llevo seis años fuera del sistema educativo y tengo que confesarlo, estuve unos días un poco impresionada con la diversidad de la clase. Cada día me reafirmo más en que no podemos soltar a nuestro hijo. ¡Hay que estar encima! ¡Es muy fuerte el ambiente con el tiene que codearse y está indefenso muchas horas a la semana. Nuestra vida familiar es la que tiene que darle seguridad a esas largas mañanas escolares donde tiene que sentirse, sin duda, muy solo.
He sabido hoy que nuestro hijo junto con cuatro más de la clase han aprobado el primer trimestre de primero de la ESO. ¡El listón del instituto es el que es! Ya lo anunció la tutora en la reunión de padres de principio de curso.
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